miércoles, 17 de agosto de 2011

Capilla de Nosa Señora do Mar (Valdoviño)

Limitando al Norte con Cedeira, al Sur con Narón, al Este con Cerdido y San Sadurniño y al Oeste con el Océano Atlántico. Desde la playa de Campelo hasta la entrada de la ría de Cedeira se extiende el municipio de Valdoviño, perteneciente a la comarca de Ferrol. La amplia zona costera que comprende hace que las olas formen parte ineludible de su paisaje y por eso a Valdoviño hoy la denominaremos cariñosamente "la mar de olas".

Aunque popularmente se dice que su nombre proviene de Valle del Vino en realidad procede de Valle de Aviño, un arroyo de las inmediaciones. De hecho, no hay tradición vitivinícola porque la zona está demasiado cercana al Atlántico y a la influencia de sus aires. Esas brisas oceánicas, sin embargo, no impidieron el cultivo de un producto recién llegado de América, la patata. En el siglo XVIII Valdoviño fue pionero en su producción. Pero no son las patatas las que han dado fama a este municipio ferrolano sino sus olas, cotizadísimas entre los surfistas del mundo entero que se reúnen en la playa de Pantín donde se celebra una prestigiosa prueba anualmente. No es Pantín la única playa de Valdoviño atractiva para gallegos y foráneos. En la península de Villarrube encontramos ermitas como la de San Antonio aunque la gran mayoría prefiere disfrutar de la arena y el mar que llegan límpidos hasta esta zona de la costa, con fuerza, con pasión, como si fuera la última vez que pudieran tocar una playa.


La fuerza y la pasión forman parte ineludible de la historia de este concello que nació oficialmente en 1836 con la unión de varias parroquias de las jurisdicciones de Trasancos y Cedeira. En 1.931 se proclamó la república en Valdoviño, convirtiéndose en el primer municipio español en asumir el nuevo régimen político. Hasta ese momento sus habitantes fueron testigos de manipulación en elecciones y encarcelamiento de alcaldes y concejales. Quizás a causa de estos antecedentes los de Valdoviño son fuertes, estoicos ante las dificultades.


Y si necesitan olvidarse de sus preocupaciones no tienen más que introducirse en la Laguna de A Frouxeira, de gran valor ornitológico, auténtico refugio de aves que aprovechan su clima oceánico húmedo complementado con una débil sequía estacional. Sus temperaturas invernales en torno a los 8º y las veraniegas sobre los 20 hacen que diferentes especies la usen como hogar en alguna época del año. No deja de sorprender, por ejemplo, ver a Cormonares sobre las rocas, vigilando a diferentes ánades y pendientes del vuelo de las omnipresentes gaviotas. Los acantilados que forman la Punta de Frouxeira protegen la laguna de intromisiones externas aunque ni siquiera el Faro o la Capilla de Nosa Señora do Mar consiguieron liberarla de compras, ventas y subastas desde 1856.


La historia convulsa de Valdoviño sólo ha contribuido a conformar un carácter especial en esta zona lo que la hace todavía más atractiva. Quizás por eso no es deextrañar que se haya convertido en lugar de peregrinación para surfistas, epítome de la rebeldía, de la independencia, de la comunión con lo más salvaje del mar o del océano. Tan salvaje como Valdoviño.

Texto: www.galiciaparaelmundo.com


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